…A los que desafían el escarmiento de la gula,
Mas exactamente a los gordos felices,
A los temerarios de un pecado,
a los que imantan nuestras pupilas a sus pesadas existencias,
Sin mas secretos que deambular… a los imitadores de la redondez planetaria,
a los que sobreprotegen su espíritu con resguardo carnal,
y cuyas mejillas amurallan la sonrisa… le restan libertad.
¡Admiración!. Graciosos sujetos, salvajes humanos,
Rebeldes inocentes, autores de una tonta paradoja:
¡Que boca pequeña, qué entrada triunfal
María Sandana Orozco
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